(EL MISTERIO ES OPALESCENTE)
En el sueño que se repite
el muro está siempre ahí,
no importa el lugar
ni tampoco el tiempo.
Está ahí tras atravesar playas
de olas encrespadas
donde graznan las gaviotas
empujadas por el viento.
Está ahí en medio de bosques
sombríos y oscuros
cuyo suelo apenas
puede tocar el sol.
El muro alto e imponente
se yergue misterioso
impidiéndome de avanzar,
áspero y gris es
como pregunta sin respuesta
en la cumbre de montaña
o en una sima marina,
a veces revestido de musgo
o acariciado por algas,
resistiendo al viento
o azotado por la nieve.
El muro atraviesa una ciudad
o pasa a través de las nubes,
o lo veo al fondo del jardín
o me parte a mi por la mitad.
Dividida en dos por el muro
con un ojo veo relucir el sol
con el otro negra oscuridad.
En el muro de mi sueño
estoy en parte aquí
y en parte allá.
El muro me atraviesa
o impide caminar
es un enigma, un misterio,
un algo que hace vagar
sin ningún destino,
hoja seca que baila
trasportada por el aire
y se le queda pegada
mientras sopla el viento
para luego caer
y marchitarse en el suelo.