domingo, 9 de diciembre de 2012

.El NIÑO DIOS DE LA PATERA

!BIENVENIDO SEAS!

Hoy es de nuevo Navidad,
pequeño Niño Dios.
Pero no vamos a mirar las luminarias
de nuestra ciudad toda engalanada,
porque queremos comprender
el espíritu auténtico de tu llegada.


Y no hay luces de colorines.
Sino que vemos que una patera es tu cuna
y el mar tu inmenso portal.
No están el buey y la mula
sino que los delfines
y las estrellas marinas,
junto las estrellas del cielo,
son los que te han podido acompañar.


Tu madre Maria está extenuada
de caminar por desiertos de arena,
de atravesar los desiertos del mar,
de escrutar en el cielo oscuro
a la búsqueda de una estrella cometa
que les pueda orientar,
o en la lejanía, una playa de arena
donde sea posible atracar.


Hoy es Navidad,
pequeño Dios en patera,
esa es ahora tu cuna,
el mar tu inmenso portal,
no se ven cerca muchos hombres
de buena voluntad a los que el Ángel
tu llegada pueda anunciar
puesto que aquí en la tierra donde llegas,
todo sigue peor o peor que mal.


No ha parado el paro
ni han parado las guerras
ni ha parado el hambre
ni ha parado la violencia
ni ha llegado la paz.
Muere quemada la madre tierra
y todo se va convirtiendo
en un tremendo erial.


Hoy es Navidad,
Niño Dios de la patera,
pero aquí no llegarán los pastores
ni tampoco los Reyes
con su oro, incienso y mirra.
Vendrán hombres uniformados
que te pedirán los papeles,
que ni Tú, pequeño Niño Dios,
ni tus padres hambrientos y agotados
podréis mostrar.


Hoy es una nueva Navidad,
Niño Dios de la Patera
y en ésta tierra de luminarias engalanada
para celebrar tu llegada a Belén
al máximo os darán una manta
y en algún casa de acogida de inmigrantes
quizá os alojarán.


Nadie puede venir a recibiros
ni nadie os va a escuchar.
Todos están ocupados en su cena
con buenas viandas, turrón y champán,
porque si por casualidad
no lo sabéis, en ésta opulenta Europa
donde vuestra patera os ha portado,
“hoy es Navidad.”

El que acoge a un niño como éste en mi nombre, me acoge a mi; y el que me acoge a mi, no me acoge a mi, sino al que me ha enviado". Marcos 9,30-37

lunes, 23 de enero de 2012

INTERVENCIÓN DE MARIANO JIMENEZ EN LA PRESENTACIÓN DEL LIBRO EN EL "CAFÉ LITERARIO" DE LA UNIVERSIDAD DE NAVARRA





En la foto: Mariano Jimenez Serrano con la autora el día de la presentación del poemario en la Universidad de Navarra.



EL ESPEJO ROTO DE ALICIA – ALICIA REDEL
Recibí, con agradable sorpresa, este libro. Inevitable que viniera a la memoria otra Alicia, Alicia a través del espejo. No era, en todo caso, esa Alicia de la época victoriana, Alicia Lidell, sino Alicia Redel, la que situaba al lector frente a un espejo. Los poetas nos invitan a pasar al otro lado del espejo donde el lenguaje conjuga misterios para nombrar de una manera mágica y sencilla la verdad profunda de las cosas. Me dije: mirémonos en este espejo. Me situé frente a él y algo me llamó la atención: un espejo roto, la huella de un estallido de cristal en el portal del libro. Me dio por pensar dos cosas antes de que la autora me hablara desde el prólogo y después desde su obra: la idea de un espejo roto me sugería una multiplicidad de reflejos, un caleidoscopio de matices que los poetas y sólo los poetas saben extraer de su visión del mundo para hacernos partícipes de ella. Pero un espejo rato también me sugirió la idea de fractura, una cicatriz de cristales. Encontré mucho de lo primero y encontré mucho de lo segundo a lo largo de la travesía del libro. Si recolectáramos en un bolsillo, como ese niño que llevaba estrellas en su bolsillo (imagen poética precisa y preciosa de la ternura, por cierto) algunas de las palabras que más aparecen aquí, tendríamos dolor, pérdida, la nada, el silencio, la añoranza, la soledad, la extrañeza o el temor que sienten los corazones al descubrirse pequeños o a la intemperie:
“Eres solo una piedra,
Entre otras piedras,
Tiradas en una playa
A merced del mar.”
Ha aparecido en la lista de palabras el silencio, que no deja indiferente a este músico lector que se mira en el espejo de Alicia (“la música callada, la soledad sonora”)
“Amo el silencio
Sin este silencio sonoro
De nuestro entorno
No sentiría tu alma”
Y más adelante:
“Queda un sonoro silencio
Un gran silencio,
Un profundo silencio
En la playa desierta”
Y en las sucesivas páginas, en las teselas de estos cristales fragmentados donde se refleja el mismo concepto en sus más diversas acepciones, leemos “de nuevo el gran silencio”, “el aullar de la luna” (que es un silencio de blanca en la noche oscura) y hasta el silencio de Dios, con su desconcertante interrogante.
Ha aparecido igualmente el dolor, el dolor que, en algunos versos, duele hasta que dejar de ser dolor. Y uno asiente y comprende mientras se contempla a sí mismo en el espejo de Alicia y viene a la cabeza ese otro verso de Lope, como solía citar Federico García Lorca, poeta de la luna, que dice: “quien lo probó lo sabe”.
Pero hay luz en este poemario también, por supuesto, porque hay que descender al pozo del dolor para encontrarla: de esa queja o suspiro de la autora por la “vida no vivida”, a través de esa fractura en la superficie rota del espejo, entrevemos la luz, el bálsamo y la magia de la poesía que nos permite vivir lo no vivido, soñar e ir más allá del sueño, haciendo del sueño una realidad paralela:
“Esa vida que pasa
Sin que sepa de ser vivida
Le hace vivir soñando su sueño
En la otra cara de la realidad.”
Alicia nos hace partícipes del descubrimiento de que al otro lado del espejo de los sueños las vivencias parecen tan nítidas como las aguas que fluyen subterráneas:
“Aguas claras que yo solo siento vibrar,
Sueño que sueña su sueño,
Agua que sueña agua,
Vida que sueña vida.”
Retengo este verso “Aguas claras que siento vibrar” y rescato la advertencia que dejó escrita Miguel de Unamuno:
“Cuando vibres todo entero,
Soy yo, lector, que en ti vibro”.
Esa es justamente la experiencia que siente el lector que se asoma al espejo de Alicia: una comunión con el latido, el sentir y su experiencia del mundo comunicada a través del lenguaje misterioso de los versos. Soñamos (y al hacerlo vivimos, y al vivirlo participamos) que el firmamento cabe en los bolsillos de la inocencia de un niño, que no vuelan mariposas sobre el mar y nos preguntamos adónde van las gaviotas cuando todas juntas parecen adentrarse dentro del sol. El calor suave del sol que presintió David. El calor del corazón que sintió David, pervive en la memoria de los latidos.
Mi enhorabuena sincera a la autora y mi agradecimiento por compartir con nosotros la emoción de sus versos.
Mariano Jiménez Serrano. Enero de 2012

sábado, 14 de enero de 2012

EL ESPEJO ROTO DE ALICIA EN EL CAFÉ LITERARIO






CAFÉ LITERARIO



"EL ESPEJO ROTO DE ALICIA"



Poemario de Alicia Redel. Editorial El Círculo Rojo



Lunes 16 de enero 2012. Aula 30.Edificio Central.



UNIVERSIDAD DE NAVARRA



domingo, 26 de junio de 2011

ÚLTIMA PÁGINA DEL ESPEJO ROTO DE ALICIA






A los amigos que me han acompañado durante éstos dos años en EL ESPEJO ROTO DE ALICIA, les anuncio que ésta es la última página del blog.



Termina aquí, no por nada de especial, sino porqué después de dos años ( EL ESPEJO tuvo inicio en mayo del 2009), he sentido la necesidad de iniciar algo nuevo, otro camino.



EL ESPEJO ROTO, como su nombre indica, estaba construido sobre fragmentos vividos a lo largo del tiempo, carecía por tanto de una lógica temporal o temática, porque la vida es eso, fragmentos contradictorios que ninguna imagen mejor que la de ESPEJO ROTO pensé que podía dar un sentido a lo escrito.



Posiblemente el contenido pasará a papel y en tal lo comunicaré a los amigos que han tenido la paciencia de leer mis escritos.



Mi nuevo blog cuyo título es EL LABERINTO TRANSLÚCIDO DE ALICIA inicis siempre en el mes de mayo de dos años después en 2011.



Mi camino por lo tanto prosigue en las páginas de un nuevo blog cuyo link escribo aquí:



EL LABERINTO TRANSLÚCIDO DE ALICIA









Muchas gracias a todos los que siguieron el primer blog y a los que invito a seguir el siguiente.






lunes, 4 de abril de 2011

LA VIEJA LADRONA DE VIDAS







La vieja ladrona de vidas



con su mirada incandescente,



ahí estaba.





La vieja con su saco de mentiras



vagamente sonriente,



ahí estaba.





La vieja del bosque de caminantes perdidos



con su gesto arrogante,



ahí estaba.





La vieja coleccionista de serpientes



con su bastón retorcido,



ahí estaba.





La vieja ladrona de la memoria



con su libro sin hojas escritas,



ahí estaba.





La vieja sembradora de discordia



con gesto triunfante,



ahí estaba.





La había visto en sueños,



bosques, desiertos y buhardillas.



Ahora, a la luz clara del alba,



ahí la tengo,



sentada en mi cama,



riéndose con siniestras carcajadas.





!Existe en la realidad!



Me doy por vencida.



domingo, 20 de marzo de 2011

EL PERFUME DE LA TIERRA



(El olor en mi mano es tierra ocre)


Puñado de tierra negra en mi mano,
déjame oler cada partícula de tí,
escondido perfume del universo,
humus de seres animados o no.


Soy esa tierra, parte de ella,
útero materno donde volveré,
te aferro en el puño
y me confundo en tu materia.


Tierra, madre mía, arena marina
que se desliza entre los dedos,
hueles a algas, a erizo, a coral,
a estrellas y caballitos de mar .


Hueles a piratas y naufragios,
hombres rudos y curtidos que
de la tierra venían y al mar volverán.


Aire que te respiro, !Oh, aire!
Perfume de humus, algas, erizo,
hongos, caballitos de mar,
de estrellas en el cielo perdidas,
todo eso eres tú, todo eso yo.


De ti vine, a ti volveré.
Y seré estrella del cielo,
seré estrella del mar,
seré tierra, río ,mar y cielo.
Seré yo. Seré tú.
Por siempre jamás.

domingo, 13 de marzo de 2011

EL HOTEL DE PARÍS




(la pesadilla con íncubo es azul relámpago)


Tras el dolor punzante
chorrea la sangre por el brazo,
viscosa, espesa,repugnante.
Ni la luz se enciende,
tras vano tentativo de orientarme,
de reconocer el lugar.

!Ah si, París!
Recuerdo vagamente
el hotel laberíntico
de interminables pasillos,
los titubeantes pasos perdidos,
derecha, izquierda,delante y atrás.

Rincones misteriosos
entre números y flechas,
indicaciones contradictorias,
clientes fantasmagóricos
buscando angustiados
la inexistentes puertas.


Imagino ratas corriendo
perdidas, grises y rápidas,
serpientes reptar por el número 345
y la siniestra carcajada del 344,
al encontrar la cerradura.

Delante de mi , erguido, el general
que me quiere condecorar
con una rara medalla,
pero no alcanza por el perro
que desde mi hombro le ladra.

Corro por los pasillos,
detrás, la rata, el perro y el general,
veloz con en su mano la medalla,
la 335, la 384, la 325, la 340,
la luz del alba entra por la ventana.

Investigo, ansiosa, la herida,
en la media luz de la mañana,
busco la sangre en la sábana,
veo solo una cabellera revuelta,
en el espejo, mi cara cenicienta.

No está la herida, ni el perro,
ni la rata, ni el general
solo zapatos, ropa desordenada,
un par de mapas
y la evidencia de estar en París.
!Ah si, el hotel de París!