(El dedo de Dios es azul)
Resplandece ésta tarde
con el azul encendido
de la primavera,
plena está de gritos infantiles,
y gorjear de pájaros.
Son azules las risas de los niños,
azul tu imagen en mi memoria,
azul el griterío de los vencejos
en su vuelo a ras de la hierba,
azul el zumbido de los insectos,
azul el reír de las flores,
azul su mezcla de olores,
azul el infinito horizonte,
pintado por el dedo azul de Dios
que no ha olvidado ni tan siquiera
de pintar de azul
el contorno de esa nubecilla
lejana ni la bruma azul
de aquella montaña.
Azul es mi vuelo alto,
azul mi alma
cuando contempla
esa maravilla azul de un cielo
que estalla de color.
Resplandece de azul la tarde
también cuando languidece,
y se llena de las sombras
azules agrisadas y alargadas
de los cipreses,
y asoma el primer lucero
en el azul intenso del firmamento
cuando los pájaros ya duermen
los vencejos ya no gritan
y los niños ya han vuelto a casa
porque llega la noche azul,
más azul que nunca,
con su manto estrellado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario