(LA NOSTALGIA ES NÁCAR)
En mi lento caminar
bajo la lluvia
por la ciudad desconocida
laberinto impersonal
de calles anónimas,
siento tras de mi
tu presencia querida.
Cerrando los ojos,
me paro un instante,
aferrando en la memoria
un poco de tu imagen
que llevo escondida
dentro de mi.
Y no me importa
quedar inmóvil,
patética estatua ciudadana,
entre un semáforo
y un autobús,
porque por un instante
la ciudad gris
ha parecido colorearse toda
con esa sonrisa tuya
clavada
en mi imaginación.
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