jueves, 2 de julio de 2009

EL BESO DE LA MARIPOSA




Mientras
los dedos juguetean
entre los tréboles,
el tibio sol anaranjado
de la tarde,
entrevisto
luminoso
con los ojos cerrados,
calienta la cara
brillante
de ínfimas gotas
saladas
de sudor.
Canta la cigarra
su loa al sol,
zumban
las abejas
su melodía estival.
Dulce abandono
de los miembros
somnolientos
en la verde hierba,
el mundo todo
canta.
Suave caricia
en la mejilla
que se desliza
hacia el cuello.
Un cosquilleo
bajo el oído,
un escalofrío
placentero
por el cuerpo,
un aletear silente
sobre los labios
entreabiertos.
Va y viene,
viene y va,
bebe
cada gota de sudor.
Es ella,
la mariposa,
que vuelve,
una y otra vez.
Pero pienso,
no es ella,
eres tú,
tu, quien me besa
con etérea suavidad
una y otra vez
mientras cantan
las cigarras
su loa al sol.

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