jueves, 30 de julio de 2009

EL MISTERIOSO CABALLO DE TROYA



EL COLOR DEL MISTERIO ES OPALESCENTE

No puedo sustraerme
a la fascinación
que emana
de ese caballo.
No puedo sustraerme
a la atracción
que ejerce
sobre mi
ese caballo.
Nos separa
un muro infranqueable
puesto a defensa
de la ciudad.
Pero yo todos los días
vengo a la torre vigía
para mirarlo.
Y él sigue ahí inmóvil,
mirándome
como yo le miro a él.
Los griegos
cuando se fueron
dijeron que lo dejaban
a las puertas de Troya
para honrar a Palas Atenea.
Pero yo no lo creo.
Tampoco creo a quienes
dicen de no fiarse
de los regalos de los griegos.
Ninguno de ésta parte del muro
podemos tocarlo.
Para mi es un enigma
ese caballo,
no puedo evitar
la atracción que su misterio
ejerce sobre mi.
Lo que no tiene misterio
no me interesa
no me importa
no me atrae,
para mi
en la vida
solo lo misterioso
tiene importancia.
Por eso quiero tocar
con mis manos
ese caballo enorme
de madera
y ver si su corazón
es también de madera
y si esos ojos que me fijan
son de piedra.
Quiero
abrir las puertas,
quiero incluso,
tirar la muralla
porque no cabe
por las puertas.
Quiero
hacerlo entrar
en la ciudad.
No me importan
los griegos
ni los troyanos
ni Palas Atenea.
No me importa
la prohibición.
No soporto más
si mirada fija
de gigante de madera.
Si yo lo toco
vivirá él
viviré yo
o quizá muramos todos.
Será una forma hermosa
de morir
aquí en Troya.
Para siempre
nos recordarán.


Una forma personal de pensar
en el episodio del Caballo de Troya.
ENEIDA
ILIADA


CONTEMPLANDO EL MEDITERRÁNEO

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